Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.
Y es que es un hecho
que el hombre necio
no guarda menor aprecio
a nada más que su lecho.

Y en su porte maltrecho,
infantil pero recio,
deja ver el desprecio
que bulle desde su pecho.

Y aún sin tu anuencia
el infierno te reclama
de vuelta al dulce hogar.

No opongas resistencia
si tu origen te llama
no tendrás valor de escapar.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno. O al menos, menos tedio.

Ahogo un grito, mas pierdo la calma
gano un silencio, escaseo palabras.
Me siento nada, pues soy mi todo,
si estoy sola me revuelco en mi lodo.
Y si estás lejos todo es mucho peor
me he mentido, yo no quiero ser yo.
Renglones torcidos en hojas lineadas,
surco mares vacíos de agua.
Si el fuego me quema... no ardo,
no hay llamarada si no estás aquí.

El dolor como exponente.

El tiempo bamboleante,
frenesí en pleno apogeo
defecto más que desquiciante
la elocuencia de los corderos,
que van a contar al pastor
sus tristes cuentos.
¿De qué me sirven ellos?
Los que ahora ya están muertos
esos besos atontados,
que se perdieron por momentos.
Y mientras el rebaño
no hace más que berrear,
centrados en sus problemas, no
escuchan a mi lobo aullar.
Clamo hacia la Luna
muda y bella en el cielo,
lejana como ninguna
mas más cercana que tu aprecio.
Nacen las lágrimas pausadas,
se desparrman adornando
mi cuello, más sutiles que collares
más profundos que el cielo.
De mis manos tembloross
prefiero no hacer recuento
ni mención en los tristes versos
que escribo con pulso desquiciado
y a la par tan lento.
Y los oídos tan sordos,
que solo oyen las caricias del viento
en su pelo ensortijado
de niño crío, todavía pequeño.
Solo llega el olor, de la
amarga derrota, asomada
a mi ventanal dejándome sin la vida,
con el alma reventada y rota.
Y mi risa de niña
alocada en los conciertos
de tus susurros aterciopelados
pertenece ya a otros tiempos.

Ofrenda lacrimosa.

Suplicio vitalicio, transformado ya en vicio, reinicio la condena atrapadas las sensaciones en telarañas donde gobierna la pena. No hay más verdades en esta fortaleza que las cárceles de amargura las ha hecho mi cabeza, engrandecidas a base de soliloquios iracundos, desafiantes para mí y vulgares para el mundo. Candelabros que iluminan pasillos donde vive la ruina, restregándose contra las paredes virtudes que no quieren ser vislumbradas por aludes de miradas que enfocan sus sombras entusiasmadas. Negrura cruda, persistente en el ambiente mostrando una tez de tenebrosidad, amparo de las tinieblas y como lugarteniente la soledad. Aullidos en las cortinas, satinado el brillo del viento que las agita, despertando los espíritus de las malas experiencias. Espectros de recuerdos desmembrados, polvorientos de ser cubiertos de sonrisas ajenas y falsedades externas, desenterrados una y mil veces florecen de nuevo como lirios negros en la noche.





Nunca adiós, demasiados hasta pronto.

Y llega un momento en que todo se hunde
el pánico desafiante cunde
y desborda todo lo desbordable
remueve con saña las heridas untándolas
del más puro vinagre, latiente
todavía el odio de todos estos días.
Me unge, me incita al pecado
de seguir amando lo ya amado
suficiente para muchos, para mí
tan desgraciado como desafinados
mis recuerdos, soberanos de un reino
sin rey, palacio ni tiempo.
Amargados quedan hasta los visillos
chirriantes, que abren ventanas
y puertas insultantes al alba,
prepotentes ensalzan su rostro,
lo rodean de gloria revenida y de escoria
que le come, provocando que lo note.
Descargas llamadas impulsos, que
me llevan a despreciar lo insulso
y buscar el peligro, que sigue acechando
como tigre a su presa que, con encanto
le espera porque quiere su muerte.
Te lleva a replantear, paranoia sin final
ciclo vital que te arrastra, ¿no será la
muerte la mejor venganza? Entregarse a
ella y clamar contra la vida, que te fustiga.
Otra paliza, la realidad, que oprime y
estrecha con su lazo de maldad
a aquel que se de cuenta de que existe
que esto no es todo un sueño y se lustre.
Esencia viciada, la de mi alma
manoseada por las jaquecas de espíritu
las noches en vela y las lágrimas
que he maldecido para luego buscar,
el desahogo del cuerpo y la cárcel
de la verdad son ellas.
Soy víctima del desengaño.

Y aparte de mi culpa, es la tuya.

Asco, me doy asco.
Veo todo desde dentro, en lo profundo, y mi ser se agita. Intenta salir, sufre convulsiones, quiere ver la luz que hay ahí fuera. Pero no le dejo, me envía náuseas y yo las reprimo, porque sentirme mal al menos es algo.
Asco, me doy asco.
Siento que estoy sufriendo, y que no descanso ni un rato. Llegan las lágrimas y el maltrago, el dolor físico y mental de un ser castigado. Y aunque ellas se deslizan no curan ni suavizan el odio, ni el desasosiego.
Asco, me doy asco.
Noto pinchazos en el pecho, pero no de esos que se dicen para quedar poético. Son punzadas de nostalgia, de las de verdad, que por suerte o desgracia al menos no sangran. Hálitos de esperanza, de vida quizá.
Asco, me doy asco.
Padezco en la agonía, de un grito ahogado en la afonía de mi cuerpo. No soy capaz, de liberar toda la angustia, y me consumo lentamente mientras la melancolía se hace pura. Y me siento estancada, en la amargura.
Asco, me doy asco.
Encuentro fatal el viento que me azota, que está en mi interior y sin cesar brota. Empuja, arremolina las sensaciones, lo hace todo aún más confuso y no atiende a razones. Decirte que ojalá un día perdones mis maldiciones.
Asco, me doy asco.
Poseo tantos defectos, que no hay piel para abarcarlos y buscan retozar lejos. Llena de apatía, sonrisas desvanecidas. Me duele la espalda, puede ser que lleve soportando mucho tiempo esta carga, y lo que le queda.

Todos estamos raros.

Encomendarme el despropósito de atraer mi recuerdo más feliz supone mi suicidio sentimental, que eres tú lo que yo quiero, que sin ti no puedo estar.
Día tras día, y aquí estamos. Pasan los momentos y sigue el verano. Pero no lo noto, estoy estancada, en ese día de despedidas y lágrimas contra la almohada.
Todavía no lo tengo claro, ¿hubo un adiós, un hasta pronto o algo? Ni sé si había algo que aclarar, si es que ni sé que éramos ni que nos fue tan mal. Final desafortunado, no concluído quizá o puede ser que tempranamente cerrado.
No me puedo poner a concretar, que todo es tan abstracto que ya no soy capaz de relacionar. Términos para analizar, conductas apacibles que ocultan algo más. Y serán... O no, relevantes a la hora de que tome alguna decisión.
Por conocer, ya no tengo ni la consciencia de lo que pasa en mi piel. Si mis ojos están cerrados y puedo escribir esto bien, si están abiertos y estoy soñando con humo sobre un papel.
Lo que deseo... Es tan abyecto que me repugna. Por salir de mí pugna, y me corroe, es despreciable este amor que no sana y sólo causa dolor. ¿Que qué puede ser tan vil? Suave como el marfil, un sentimiento que fue afilándose con el tiempo y ahora está clavado, en lo hondo de mis pensamientos y mi cuerpo deshonrado.
Has cavado mi tumba, ansío desaparecer. Dejar ese día atrás y no volverte a conocer. Porque mi orgullo está muy bien entrenado, no me voy a arrastrar para no ser únicamente tu pasado. Porque tu estupidez es tu mayor rasgo, te defiendo porque eres algo que he amado.
Me he atascado en palabras que no se dejan llevar, estructuradas y complejas no quieren estar a tu lado, en un texto dedicado por completo a echarte de menos, en cada palabra; cada letra; cada coma y acento.
Más que un niño ahora eres un juguete roto.

No mueras.

Y en el verano no me ames, la distancia nos condena y el calor nos hace mella. O si quieres ven conmigo, túmbate en la arena, y veamos juntos el mundo que hay ahí fuera.
Y en el otoño no me ames, la lluvia me pone triste y no me gustan tus chistes. O puedes sujetar mi paraguas, que no me moje y pueda estar contigo a solas, paseando.
Y en el invierno no me ames, el frío me cambia y me vuelvo vacía, reflexiva. O enciende una lumbre, y quédate conmigo, sin tocarme que puedo darte calambre, seguro.
Y en la primavera no me ames, no me siento bella rodeada de flores salvajes.O vamos a la hierba, rodeados de insectos, que ellos trabajen mientras morimos en silencio.
Sólo pido que tientes, que no te encuentre al buscarte y te alejes. Que vuelvas cuando no lo espero, pero vuelvas porque desespero en tu ausencia. Se repelente, porque de adorable jamás te soportaría y no quiero eliminarte todavía de mi vida. Hazme el existir complicado, además de gratis no podría ser fácil, ¿dónde se encontraría entonces el mérito? Hazme lo que quieras, soy tuya, pero haz algo

Muffin de chocolate.

Pienso que te pienso
en los recuerdos del momento
en el exilio de tus besos
en tus gestos y movimientos.

Pienso que te pienso
en tus muestras de afecto
en tus modos grotescos
en costumbres que no entiendo.

Pienso que te pienso
en tu semblante serio
en el esfuerzo que pones
en el constante empeño.

Pienso que te pienso
en tus andares desenfadados
en tus aires castigados
en tus días desperdiciados.

Pienso que te pienso
en el roce de tu cuerpo
en todos los complejos
en que es obvio que estás ciego.

Pienso que te pienso
en tu afán de ser el primero
en las ganas de tenerlo
en el rechazo que parece que ostento.

Pienso que te pienso
en tus desesperantes desenfrenos
en tus cambios plenos
en tus vicios modestos.

 Pienso que te pienso
en que te echo de menos
en que te quiero y lo noto
en que pareces estar roto.

Pienso que te pienso
en que pareces contento
en que te rodeas de gente
en que no te llenan por dentro.

Pienso que te pienso
en que te deseo
en que es verte y no puedo
en que me muero.

Pienso que te pienso
en que arruiné lo nuestro
en que lo he jodido todo
en que puse demasiados impedimentos.

Pienso que te pienso
en que no quiero un final
en que quiero seguir
en que sé que no puedo ya.

Pienso que te pienso
en que tú ya me has olvidado
en que eso me destroza
en que he muerto mientras tú gozas.

Pienso que te pienso
en que ansío un sólo abrazo
en que quiero que me envuelvas
en que me acojas entre tus brazos.

Pienso que te pienso
en que formo parte de tu pasado
en esos días tan aislados
en que ahora te provoco asco.

Pienso que te pienso
en todo aquel tiempo
en que parecíamos uno
en que era todo casi perfecto.

Media hora de mi tiempo inservible.

Se me retuerce. ¿El alma? Nah, pamplinas. De eso no tengo, no creo en ella, ni en nada. Pero se  me retuerce. ¿La conciencia? Ni eso, no la siento, no aparece. Mas se sigue retorciendo. ¿La culpa? Si no he hecho nada malo, todavía, no puede ser ella. 
Si lo pienso, mejor es no ponerle nombre. Llamémoslo sino de un forma absurda, restémosle importancia. Se me retuerce el escáner. Eso mismo, escáner.
Porque hoy una luz se ha encendido, un cartel de neón que rezaba ''Él te llenaba más que éste''. Y he cogido mi escáner y me lo he llevado a reflexionar conmigo, tirados sobre el cálido césped. 
Vamos, en clonclusión, que hemos decidido vivir el momento. Y si no estamos satisfechos, pues seguimos viviendo. Lo importante hoy por hoy n oes mi persona, ni mi integridad. Ni siquiera que sea feliz. Creo que lo fundamental y necesario ahora mismo es que pase el tiempo, de forma monótona e insustancial, y que cuando mire hacia el pasado sólo vea días vacíos que no me haga falta llenar. Un buen libro también tiene que tener un par de páginas en blanco, y las mías he decidido que estén en este momento. Puede ser el previo al prólogo... o el final.

Cántame algo que me aleje de la crueldad.

Sobre su seno sencillo,
simple sonido susurrante
su suspiro sincero.
Sombra siempre sola
sin sueños sordos.
sórdidos sus silencios.
Sobre soledad sobrevive
sufriendo, simientes
sin Sol sus siervos.
Serpientes sorprendidas
superan sobradamente
sus sentimientos.
Sendero salubérrimo sin
sorna, solsticio sufrido
sobradamente su sentencia.

Serenitud serpentea suavemente sobre Serena.

Admiración ha venido, rodeada
como siempre de su súbdito el
cariño incondicional, de la que
ve en ella un modelo ejemplar.
Sí, créeme, eres un ejemplo que
tiene la sensibilidad a flor de
piel y me hace sentir, libre y
confiada, con derecho a ser feliz.
Poder rozar el cielo a carcajadas,
tirarse en la hierba mientras la
gente habla y pasa, comentando
nimiedades que nosotras no
necesitamos inventar, porque
sabemos lo que pensamos y no
nos hace falta disimular.
Y conocer, cada detalle de tu vida
y que tú sepas la mía sin ningún
tipo de reparo, que aunque no
sea lo normal yo ya no lo veo raro.
Salir y que todos nos la suden,
dos es lo justo y aunque ellos duden
es verdad, no hace falta nadie más
para relajarte y poder respirar.
Tú, la que siempre está, la que
se ve presente y no me miente,
la que va de frente y no finge,
la inocente y a su vez tan inteligente.
Humana como todas pero con
ganas de superarse, aceptar los
errores y seguir mirando adelante
y que les jodan a los que no sepan
ver el increíble tesoro que es tu ser.
Decir que tengo pocas prioridades
pero que tú eres una de las grandes
que siempre está ahí, que me ha
acompañado y me hace vivir en mí.

No he nacido para ser nadie.

Con todas nuestras desavenencias
formamos un dúo de masas
que se riñen y se quieren
atraen, rechazan y  matan.
Somos manchas en una
nebulosa, plagada de estrellas
blancas que brillan y llegan
a languidecer de perfectas.
Apariencia es nuestro aspecto
que ya ni cuidamos al
sentirse como un muerto
al que han matado a base de
besos perezosos, imperfectos.
Traspasar fronteras de piel
y carne, maneras poco sutiles
de llegar a los confines
del albor del alba
en tu cuerpo desnudo.
Y sentirse impuro, al ansiar
más porque el saber que
no lo mereces tener te hace
rechazarle, a él.
Observar su rostro abatido
esperando la señal, para dar
lo más bueno de sí mismo
a alguien elegida casi al azar.
Defraudado, el sueño de
libertad se ha esfumado los
momentos de felicidad están
tan viciados como el aire
que nos oxida y respiramos.
Nos carcomen las dudas,
a mí por no ser tu dueña
a ti por la vida dura.
¿Qué piensas, tío?
Somos amigos, conocidos,
tengo solo derecho a roce
pero te he cogido cariño.
Pasión, droga blanda
que crea igualmente adicción
más difícil de quitarse que
cualquier otra insulsa tentación.
Ser la rosa que te lastima,
ser aquella espina que se
clava y te hace heridas
quiero al menos, y poder
ser parte de tu vida aunque
sea por un segundo incierto.
No, no te quiero dañar,
es la única forma que
se me ocurre para llegar
a convertirme en algo que no sea
un pasatiempo o despiste.
Descansa sin cerrar los
ojos, respirar en calma y
vivir gozoso, eso quiere yo
lo sé, vivir en paz sin poco
que hacer y mucho placer.
Experimentos a grandes
dimensiones, no tener límites
marcados y que te
guíen tus escasas ambiciones
(se las comieron los ratones).
Así no vas a llegar a nada,
no es que no te apoye
pero tengo mis razones.
Se te nota en la cara que
pareces haberte rendido
a lo que la cruel vida te depara.
¿Quieres luchar?
Engrasa tus armas entonces,
y que no sea a base de
fiestas, risas y desmadres
te digo no te conformes.
Naturalidad, ser espontáneo es
bueno aunque infravalorado
está, úsalo y convénceles de
tu originalidad, sala
comerte el mundo y luego
cuéntame como te va.
Espera, tengo conciencia,
de que esto son gilipolleces
que lo más seguro no te interesen
pero no me importa es
mi forma de llorar,
lágrimas que se quedan
en ojos de mirada locuaz.
¿Qué más da?
Lo que otros digan,
lo que quiera inventar,
lo que ellos piensan
o quieran pensar
si somos indiferentes a
aluviones de gente que
critica por gusto, a los que
luchan por ser diferentes y
justos, juzgándose distintos
al común de los denominadores.
Pero lo dicho, dicho ha sido
que aquí me quedo yo,
rimo e improviso y tú,
¿dónde estás?
Quizá buscando algo que hacer
con alguna más, puede ser
que salgas solo e intentes
trabajar, no me da la
cabeza para inventar más.
Pero creo que te quiero
un poco, algo, casi nada...
Lo suficiente, demasiado para un poeta.

Y punto.

Ardida hiel desesperada
la del arrepentimiento sincero
que me llena agobiada
mientras sola te espero.

Engalanan de forma lenta
las sombras negras y sordas
la noche bruta y lamenta
la Luna sus pálidas obras.

Hasta el pájaro apoyado
en una rama en la lejanía
siente pena el condenado
de mis palabras de melancolía.

El camino queda abierto
en medio de este páramo
de bosque más que desierto
de sonrisas y divertimentos.

Lágrimas de carácter duro
que no salen ni aparecen
me inspiran a lo maduro,
a escribir mientras me mecen.

Porque han llegado las almas
de mis viejas inseguridades
y se agitan entre las sábanas
de mis miedos monumentales.

Que las arropan y las llenan
provocando su regocijo
al ver mi ente desvalido
y tomarme como su sacrificio.

Se encoge en sí mi persona
y se abandona a la suerte
que ni concibe ni perdona
otra cosa que no sea muerte.

El ciclo.

Se caen las pestañas
que sostienen el amparo
de este ser desgarrado
no mencionado por el
viento, que agita sus
cabellos y enmudece
al más fiero.
Brisa viene y brisa va
caminando hasta este
altar de compromiso
que me repele cuando
llega la hora de dar
el sí, a los formalismos
a las ataduras, a dar
la cara a ser menos dura,
a vivir.
Huracán bravo  ha
invadido mi espacio y
mi sentido de la soledad
para empujarme a sus garras
repletas de ansiedad.
Y no tiene piedad
a la hora de remover
mis hojas de nostalgia
y mis ramas de papel.
Arremolinada en un
rincón de la estación
llamada Desesperación y,
las lamentaciones hacen cola
para coger su entrada
sin demora y acompañarme
en el viaje del olvido
falto de coraje.
Con una manta a los hombros
pues no hay abrazo que
la sustituya, ya que no me
siento de nadie y no,
me he equivocado,
soy solo de él, solo suya.
Deseo que este escalofrío,
que pausado y cálido
se deja deslizar en
mi espalda no me
recuerde a tus labios
de canela y rosa blanca.
Mas no consigo otra
hazaña que quedarme
en las musarañas, de mi
vano intento de borrar tu
huella de impasividad.

Policromada.

Recibiendo a la primavera
aquélla que viste de seda
cuerpos llenos de una espera
que se nos antoja eterna.
Las farolas siempre iluminadas
haga frío, haga calor, llueva o
nieva en todo su esplendor
mientras alumbran las sombras
de unos cuerpos maltrechos,
retorcidos, deshechos ante la
expectación del renacer olvidado
del color sobre nuestros tejados.
Y florecientes las sonrisas
que ha traído esta ola de calor
y maravilloso, deseado resplandor
prácticamente veraniego, de trasiego
afortunado al pasar por las calles
abarrotadas de ancianos y estudiantes.
Apariciones estelares, la de las
camisas ligeras y faldas a raudales
alegrando a los traviesos,
luciendo bellos los deseos.
La posibilidad de holgazanear
al Sol juguetón que, sin dilación
rodea tus extremidades, te envuelve
en su cálido destello
y te hace amar más sin pensar
en las consecuencias ni el final.
Nubes blancas de buen augurio
pájaros trinando desde los árboles
y una brisa agradable
nos acompañarán hasta mañana martes.
¡Ay! No he hablado aún de
la ligereza de los pasos de ensueño
que daremos llegado el momento
descansados de tanto agobio y sufrimiento.
Eso es, la primavera, la que la sangre altera
la felicidad conlleva y el verano anhela.

Relato de una ducha.

Dicen que el agua tiene el don de la purificación. He dejado correr ríos sobre mí, gota a gota, milímetro a milímetro hasta poder llegar al mar. Han llegado a pasearse suavemente, insinuantes, zalameros a través de mi ser. Mientras, con los ojos cerrados, yo te recordaba, porque para eso vivo. 
Dicen que el agua tiene el don del olvido. He abierto el grifo, agua caliente, ardiendo más bien. Me he quemado. Por un instante... no, déjalo, no voy a mentir. Así que he cambiado, con el torrente sobre mi cabeza, a una temperatura gélida, heladora, cuchillos de escarcha (hasta el hielo no he conseguido llegar, incluso en eso soy débil) y me he templado como al más fino de los instrumentos.
Dicen que el agua tiene el don de cambiar los objetos, royéndolos hasta mutilarlos. He aumentado la potencia, y vaya si tiene fuerza. Ha sido visto y no visto, tu imagen en mi mente parpadeando como si de un semáforo se tratase. Siempre en rojo, porque estoy en un atasco insuperable. Y no varío. 
Dicen tanto que mucho es mentira.

Autoestima: nivel 0

Hoy, el Destino ha vuelto a burlarse de mí, de forma tan pérfida y retorcida que la felicidad ha escogido otra senda, no quiere involucrarse con alguien que lo tiene tan jodido para poder ser su grata compañera.
Entonces me he dado cuenta de que no podía correr (y no solo por mi roto tacón) a alcanzarla porque ya había escogido otras almas que inundar, difuminándose entre la multitud sonriente, ajena a los problemas que a nadie incumben de alguien en pena.
Los cielos se mofan, desperdician el valioso líquido de la vida cuando me ven, carcajeándose de mi suerte retorcida que me lleva a la esperanza para arrancármela de la forma más lenta y dolorosa. Además no se contentan con eso, buscan el sufrimiento y me impiden derramar una ínfima lágrima ante la derrota a mi amor propio, añaden que me desahogue soltando al escribir mis dolencias.
Y no es únicamente un conjunto de percances inoportunos, descubriendo que mi máxima es el estar siempre al borde de la plenitud espiritual pero nunca llegar a amarrarla a mi cuerpo, sino mi sino.

Silencio va y viene mientras risa y locura me entretienen.

Y que todo me recuerde a él,
que no haya mejor opción
que en cada momento y ocasión
acordarme del roce de su piel.

No puedo ni caminar, sentir
que el aire y el viento
son producto de sus besos
y sin causa ni motivo reír.

Dejar de poder relajarte y
concentrarte en temas de otra
calaña, que hacerlo requiera maña
porque lo demás no es importante.

Querer entregarte, zafarte de
todos los miedos y complejos
y darte entera a tus anhelos
mientras tu fuego arde.

Vivir en un infierno helado
un iceberg como tu cuerpo
y como hielo en tus párpados
sin sus caricias de ángel alado.

Ansiar el hecho de poder
llegar a sus pensamientos,
ver su alma sin impedimentos
y al fin su mente entender.

Y que el deseo sea rojo
una hoguera que te revive
te sirve, y afortunadamente libre
y te lleve a su antojo.

Porque, y hasta aquí llegamos
eres algo necesario
ese ser complementario
y me ilumino si juntos estamos.

Pinchazos.

En la zona lumbar, en los pulmones, en la boca y también el cráneo, las puntas de los dedos, los brazos. Me recorren, juegan al escondite persiguiéndose, y luego proceden con los relevos, intercambiándose unos con otros a gran velocidad, y en cada zona compiten por alcanzar antes el dolor. Y su juego no acaba nunca, es infinito, porque cuanto más avanzan más terreno quieren ocupar.  Me agotan y me duermo, pero despierto y siguen, persistentes, como un torrente de agua modelando una terca montaña. He notado que van a estar ahí hasta que consiga aceptarme y librarme de los prejuicios que me he impuesto contra mí misma, porque surgieron cuando intenté ser feliz y fracasé.  Piden una reacción, pues bien, no la van a tener, me acostumbraré a su molesta insistencia.

Sr. Licenciado.

Doctor, le vengo a ver porque creo que tengo un problema. Sabe usted, estoy escribiendo a las 3 a.m, y no sé si tengo sueño o si quiero comerme 3, o mejor 6 tarrinas de helado. Pero no es por eso por lo que he venido. Acudo en su ayuda para que me diga qué cojones pasa por mi mente. Aunque claro, debería haber deducido que no es usted ningún tipo de chamán ni adivino. ¿Tiene un título? Lo necesita para diagnosticarnos, para qué preguntaré. Que no, que no he bebido, es pura tontería la mía. A lo que iba, que me pierdo entre sus dilataciones, ¿es normal que un profesional sea tan descarado? Me he fijado que me ha pedido que me quite la camiseta según me he sentado en la camilla, y ni siquiera llevamos 5 minutos de nuestra primera cita. Bien pensado, me cae bien usted, ir directo a la parte interesante siempre es lo más práctico. Volveré al psiquiatra de plástico, aquél de mi cama. Gracias por la ayuda.

Estimulantes.

He de deciros que, para vuestra desgracia, ni os necesité ni os necesito.
Yo no soy de ésas que dependen de vuestros efectos, no requiero ver de forma difusa para sentir que el confort me embarga.
Es más, os confieso sin ningún tipo de pudor que me disgustáis. Porque hacéis las cosas más fáciles, sí, pero también complicáis lo que ya es correcto.
¿Qué maldad se puede comparar a la vuestra? ¡RETORCIDAS SUSTANCIAS! Desinhibís a los débiles de voluntad y les lleváis a su propia perdición.
Son los escasos de fuerza los que sucumben a vuestros encantos.

Baila conmigo.

Le he pedido a la Luna uno de sus rayos, me gustaría que guiase mis pasos. Bueno, ya te conté que no me lo dejó, está aliada con las estrellas. Sí, no insistas, me juzgan demasiado sincera como para brillar en este mundo hipócrita, así que prefieren no apostar, ya sabes, eso de perder nunca se le ha dado bien a los dioses.
Pero me conformo contigo, con tu recuerdo, porque es lo más eterno que podría llegar a alcanzar jamás. Te has hecho inmortal en mis murmuraciones, mi  almohada sabe que no es mentira lo que estoy escribiendo y mis manos golpean furiosas, conocen el hecho de que mi mente quedó perturbada y que ellas no pueden sentirte desde hace tiempo, ni ayudar, pero padecen la distancia.
Porque te siento lejos, en todos los aspectos, y te rechazo a la par que te quiero. Es mirar en mi interior y veo remolinos ¿sabías eso? Remolinos de SMS que borré hace ya mucho, pero que nada, no se van, porque son tuyos y eso conlleva que sigan ahí, adornando mi cadena perpetua.
Y, para añadir metáforas, eres como una ola. Metido dentro de todo un mar de gente, siempre vuelves sin descanso, trayendo espuma (recuerdos) desnuda, en apariencia inofensiva, blanca por el tiempo pero que siempre puede llegar a portar el dolor (un mensaje embotellado, para más claridad) a la orilla.

Sabes que te mueres porque compartamos un tango de suspiros

Puedes practicarme la suovetaurilia.

Eeeeh, tú, ¿sabes qué? Hoy me siento un animal de granja. Básicamente, rodeada de estiércol y sin entender nada de lo que pasa a mi alrededor, sin alcanzar a comprender qué coño dicen ésos de ahí, o aquéllos de más allá.
Pero pienso, y ahora sé que estás pensando ¿y a mí qué? y te digo que te estaba avisando, de que ahora mis instintos están a flote.
Y, como soy un animal, puedo hacer lo que me plazca. Contar hasta 3 al revés (todo un riesgo si estás mordisqueando una piruleta a la vez) o incluso salir con bufanda a la calle en plena explosión de calor primaveral.
Pero siempre con la correa que pende de SU mano, porque no lo hago si no está de acuerdo mi AMO.

Vuelvo a tener miedo.

Vuelvo a tener miedo, de verte



y quererte como lo he hecho


y rendirme y volver


a caer en el infierno.


Vuelvo a tener miedo, de verte


hasta en sueños


y pesadillas que no tienen


ningún tipo de remedio.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y herirme, y no poder seguir


siendo yo, ni vivir sin


preocuparme por ti.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y atarme y coserme a tu piel


de depender de tus deseos


de si me hablas y yo que sé.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y engancharme, y que tus palabras


sean mi Biblia y seguirlas sin


pensar en las consecuencias.


Vuelvo a tener miedo, de verte


si cierro los ojos, si estoy


sola, si pienso, si hablo, si vivo,


si muero.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y quererte como lo he hecho,


y rendirme y volver


a caer en el infierno.

No creo en la bondad divina.

+ ¿Nombre?
- Martín Méndez, Tamara
+ ¿Prefiere los formalismos?
- Siempre en entrevistas, impresiona ser seria
+ ¿Creencias?
- Atea a las 12:00. Pero tengo un por qué.
+ Confiese entonces
- Si puede seguirme, encantada. Dios es sinónimo de paz y amor, padre benevolente de todas las criaturas, justo en todas las expresiones, eterno en toda su sabiduría. Dígame, ¿conoce ejemplos de personas, ya sea de su entorno o vistos en medios de comunicación, que cumplan dichos requisitos?
+ ¿Tiene todo ésto un fin?
- Fin tiene todo, pero estamos en el principio, no se impaciente y conteste
+ Nadie puede tener dichas cualidades reunidas, por algo son divinas
- Eso pensaba yo. Ahora imagine el caso contrario. ¿No se le ocurre alguien tan miserable, inculto, ignorante, despreciable, imparable en el peor de los sentidos, cruel e insensible?
+ ¿Se refiere a pecadores tales como asesinos, violadores y mafiosos de la peor calaña?
- Por poner ejemplos. Y, querido amigo, hemos llegado al ecuador de lo que yo quería
+ ¿Podría explicarse?
- Si Dios existiese, el Dios que todos proclamamos y que tantos alaban, la oscuridad no habría vencido a la luz de manera tan atronadora. Porque no tengo conciencia de si se ha fijado, pero yo sí he visto que nadie acumula la perfección, pero que los despojos son demasiados como para cubrirlos con tan poco brillo.

Colchón de horas muertas.

Anhelo expresar todo lo sentido, regalar los oídos con sentimientos prohibidos. Pero las palabras son débiles armas que no alcanzan el poder de lo abstracto del querer. Llanas y no agudas, sin sentido y planas las esdrújulas. Pugnan por salir al aire libre, escalar hasta la más alta cumbre. Pero quedan atrapadas en un muro de impurezas, espinas ignorantes de que al clavarse rompen la perfección (nuestras almas). Que las hieren, las desgarran, las hacen ser meras palabras. Y, cuando logran ser escuchadas, han perdido el eco que las diferenciaba. Por eso son simples, huecas, nadie percibe lo profundo en ellas.

Camino.

Estoy en una encrucijada. Pies descalzos de alegría y cubierta de sangre, mero reflejo del dolor interior, anduve un camino de piedras en llamas. Y continúo. ¿En qué dirección se haya lo mejor? ¿Merezco acaso alguna salvación? No sé, vamos a ver. A la derecha, un camino de flores, que me guían y me animan a tocar el cielo de colores, tonos cálidos que me acogen en plena brisa primaveral mientras los ángeles cantan y brillan con su melodía celestial. Me giro con desprecio, desde luego tanto lujo no puede ser bueno. Y doy un paso a la izquierda, un pantano de un negro inhumano con su manto de espanto es augurio de lo mundano. Sonrío, he hallado mi camino.
Prefería y prefiero 666 veces una cadena perpetua de sufrimiento a un hilo sin descanso de satisfacciones vacías. Porque en el paraíso faltaba todo. En el paraíso no estaba lo que necesitaba. Pedía solo compañía, y ¿para qué tener todo si no puedo compartirlo? Mejor lustrarme en mi soledad y componer más escritos.

Mi amor no es puro.

No hallo en mi estómago las mariposas que busco, mas encuentro aguijones clavados por todos lados. Explícame el secreto de tu veneno, que hace siervo e indigno hasta al ser más puro y bello. Raaazonar siempre se me ha dado bien pero, trastocadas todas mis capacidades, no sé qiuñe siento ni puedo confirmar.
Te digo que eres un libro abierto, y a cada capítulo que leo quiero más, pues he de confesarme lectora compulsiva de tu rostro.

Creo en el infierno.

Puñalada trapera hacia mi alma en pena
que atontada despierta y se desvela.
Una cara de pánico ante el daño revela
y no se cree que sus ojos vean dicha escena.
Porque vivimos rodeados de monstruos entre las sombras
Hecho que carece de paz, perturbador
hasta querer parar y poder burlar
su risa cruel, sus manos y poder escapar
de un animal feroz que nada tiene de amor.
que nos acechan y perturban de forma que no podemos
Un brillo siniestro en sus ojos, la embiste
y osado, con gran atrevimienyo y sin
arrepentimiento empieza con los tocamientos.
Solo podía escaparse si tenía un despiste.
escapar de los tormentos que ellos crean y nos envuelven
Desfallece ella, siente caerse
escucha el mal acercarse y no, no,
no puede ni apartarse,
lo ha intentado pero no logra zafarse.
hasta que caemos en el más oscuro de los sufrimientos
Una realidad penosa hasta matar,
una crueldad sin límite ni igual
un valor femenino que nadie puede negar
una mujer admirable como la que más.
y nosotros mismos nos convencemos de que nos lo merecemos.

El futuro es azul.

Mírame a los ojos y miénteme lo peor que puedas. Sí, hazlo de forma desastrosa. Dame asco. Consigue repugnarme tanto que no haya palabras para describirlo, que me invada la pena pero alejando de mí la conmiseración. Y todo mi cuerpo estará repleto de felicidad. Las lágrimas me caerán, en efecto, debido a que sabré que ya no te amo. Conoceré lo que es la libertad.

Traiciones inesperadas y demás putadas.

Sentirse traicionada
por meras palabras,
sonrisas falsas
amistad abandonada.


Lo peor es el darse cuenta
de que has hecho el payaso
quedar como un mero borracho
tan abandonado a sus fantasías
como yo de las que no salía.


En este mi mundo
en el que yo verso y rimo
componiendo estrofas con mimo
nada más controlo.


No tengo autoridad
sobre mentiras y falacias
engaños bien labrados
que sombrean la realidad.


¿Y qué nos queda?
Pura hipocresía es lo que tiene,
ese es el pan que la sostiene
pero ya no suma nada.


Pero yo sigo multiplicando
dame una palabra,
un gesto y una mirada
que continúo creando.


Haciendo versos
infinitos que me desvelan
que tras todo ésto así quedan,
abandonados y desolados.


Y saber sabía que eras como las demás
un par de fotos bonitas,
nada fuera de lo usual.


Lo que mi capacidad no alcanza
es el hecho de comprender
no soy corta pero atrás me quedé
pues no me sale el ver
que su piel es blanca y...
y dura como la hiel, ya lo sé.


Parece que ésto no puede seguir
que una traición
ha dañado el corazón,
pero éste es mi sitio y aquí me quedo yo.


Mi persona no cambiará,
estoy cómoda y nada más
por mucho replantear
mi personalidad no mutará.


Y menos:
Por caprichos de una niña
inmadura, infantil, exagerada
hasta ser absurda
he de reconocer
que para mí mejor yo no puedo ser.


Reo de su propia palabrería
condenada por gilipolleces
y sí, más grandes que mis heces
pareces, eres pura tontería.


No lleva burlka
pero como si lo tuviera
no se tapa la cara
pero sus pensamientos encierra.


Máscara te pones
y no sólo de pestañas
caretas bien cuidadas
y a primera vista engañas


Dado que Perfección no existe
ahí te quedas
con tus nuevas compañías
y aquí la cuestión se quedó en chiste.


¿Gracias? Las que tú me haces.
El hecho de haberte querido
extrañarte algún día
mi único error ha sido.


¿Que si me hago la víctima?
Los cojones querida ex-amiga
aquí la ruin eres tú digas lo que digas
porque yo, soy yo misma.


Poesía desarreglada
sin tachones ni correcciones
¿para qué voy a engañar,
si puedo versar con la cruda realidad?


Dicen que los grandes poetas
son los que sienten sus letras
pues yo mucho debo de sentir
para escribir así.


Y lo principal, ser fiel a uno mismo
hasta que a la muerte le coman los bichos

Yo.

Los ojos me pesan. Se cierran. Sabios, se han cansado de ver estúpidas mariposas revoloteando. Belleza pusilánime la de la rutina, ordinaria como ninguna. Me traigo de nuevo al mismo oasis de calma, pero respiro agitada. Inquieta por no poder vivir emociones, por limitarme a experimentar perniciosos dejavús que me transladan a las dolorosas esquirlas del pasado. Y, a su vez, ansío volver atrás. Porque antes todo era nuevo, descubría la felicidad y engarzaba con ella mi dolor. En este instante, sin embargo, la propia dicha se ha vuelto en mi contra, pues no quiero alegrías sin mi única meta, que por ahora parece inalcanzable. Vanaglorio quizá este despropósito que me hunde en la autoconmiseración repentina, en esta noche de frustraciones sin sentido, ni aparente ni encubierto. Pero ¡ay de los que no puedan sentirse así ocasionalmente! Son ellos los que no padecen, pero también los mismos los que no viven.

Pálido brillo el de mi mente.

En medio de todos los ruidos, del bullicio y las conversaciones, yo no podía escuchar nada. Era como una isla, sola y alejada de los demás, aislada gracias a mi pequeño mar personal de lágrimas. Mi cuerpo estaba bien, pero lo peor era mi interior, lleno de dolor y decepción, con telas de araña fuertes que irradiaban amargura. No podía evitar llorar por lo perdido, no dejaba de sollozar por lo recién descubierto que tanto me había alegrado y tan rápido me había abandonado. Las horas se deslizaban sobre mí dando paso a una noche que cubría todo con su velo, haciéndolo más absurdo e irreal, provocando que me diera cuenta de que las estrellas estaban en realidad demasiado lejos como para que un simple mortal, alguien como yo, pudiera rozarlas siquira con las puntas de sus dedos. Y que, en medio de la galaxia, estaban tan centradas en deslumbrarnos con su luz que no daban cuenta de que nos habíamos quedado ciegos. Ignorantes de nuestras propias limitaciones terrenales. Todo se quedó grabado en mi memoria con un fuego que ni el más puro manantial lograría apagar, aunque el tiempo fuera menguando el sufrimiento.