Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

Todos estamos raros.

Encomendarme el despropósito de atraer mi recuerdo más feliz supone mi suicidio sentimental, que eres tú lo que yo quiero, que sin ti no puedo estar.
Día tras día, y aquí estamos. Pasan los momentos y sigue el verano. Pero no lo noto, estoy estancada, en ese día de despedidas y lágrimas contra la almohada.
Todavía no lo tengo claro, ¿hubo un adiós, un hasta pronto o algo? Ni sé si había algo que aclarar, si es que ni sé que éramos ni que nos fue tan mal. Final desafortunado, no concluído quizá o puede ser que tempranamente cerrado.
No me puedo poner a concretar, que todo es tan abstracto que ya no soy capaz de relacionar. Términos para analizar, conductas apacibles que ocultan algo más. Y serán... O no, relevantes a la hora de que tome alguna decisión.
Por conocer, ya no tengo ni la consciencia de lo que pasa en mi piel. Si mis ojos están cerrados y puedo escribir esto bien, si están abiertos y estoy soñando con humo sobre un papel.
Lo que deseo... Es tan abyecto que me repugna. Por salir de mí pugna, y me corroe, es despreciable este amor que no sana y sólo causa dolor. ¿Que qué puede ser tan vil? Suave como el marfil, un sentimiento que fue afilándose con el tiempo y ahora está clavado, en lo hondo de mis pensamientos y mi cuerpo deshonrado.
Has cavado mi tumba, ansío desaparecer. Dejar ese día atrás y no volverte a conocer. Porque mi orgullo está muy bien entrenado, no me voy a arrastrar para no ser únicamente tu pasado. Porque tu estupidez es tu mayor rasgo, te defiendo porque eres algo que he amado.
Me he atascado en palabras que no se dejan llevar, estructuradas y complejas no quieren estar a tu lado, en un texto dedicado por completo a echarte de menos, en cada palabra; cada letra; cada coma y acento.
Más que un niño ahora eres un juguete roto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario