Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

Autoestima: nivel 0

Hoy, el Destino ha vuelto a burlarse de mí, de forma tan pérfida y retorcida que la felicidad ha escogido otra senda, no quiere involucrarse con alguien que lo tiene tan jodido para poder ser su grata compañera.
Entonces me he dado cuenta de que no podía correr (y no solo por mi roto tacón) a alcanzarla porque ya había escogido otras almas que inundar, difuminándose entre la multitud sonriente, ajena a los problemas que a nadie incumben de alguien en pena.
Los cielos se mofan, desperdician el valioso líquido de la vida cuando me ven, carcajeándose de mi suerte retorcida que me lleva a la esperanza para arrancármela de la forma más lenta y dolorosa. Además no se contentan con eso, buscan el sufrimiento y me impiden derramar una ínfima lágrima ante la derrota a mi amor propio, añaden que me desahogue soltando al escribir mis dolencias.
Y no es únicamente un conjunto de percances inoportunos, descubriendo que mi máxima es el estar siempre al borde de la plenitud espiritual pero nunca llegar a amarrarla a mi cuerpo, sino mi sino.

Silencio va y viene mientras risa y locura me entretienen.

Y que todo me recuerde a él,
que no haya mejor opción
que en cada momento y ocasión
acordarme del roce de su piel.

No puedo ni caminar, sentir
que el aire y el viento
son producto de sus besos
y sin causa ni motivo reír.

Dejar de poder relajarte y
concentrarte en temas de otra
calaña, que hacerlo requiera maña
porque lo demás no es importante.

Querer entregarte, zafarte de
todos los miedos y complejos
y darte entera a tus anhelos
mientras tu fuego arde.

Vivir en un infierno helado
un iceberg como tu cuerpo
y como hielo en tus párpados
sin sus caricias de ángel alado.

Ansiar el hecho de poder
llegar a sus pensamientos,
ver su alma sin impedimentos
y al fin su mente entender.

Y que el deseo sea rojo
una hoguera que te revive
te sirve, y afortunadamente libre
y te lleve a su antojo.

Porque, y hasta aquí llegamos
eres algo necesario
ese ser complementario
y me ilumino si juntos estamos.

Pinchazos.

En la zona lumbar, en los pulmones, en la boca y también el cráneo, las puntas de los dedos, los brazos. Me recorren, juegan al escondite persiguiéndose, y luego proceden con los relevos, intercambiándose unos con otros a gran velocidad, y en cada zona compiten por alcanzar antes el dolor. Y su juego no acaba nunca, es infinito, porque cuanto más avanzan más terreno quieren ocupar.  Me agotan y me duermo, pero despierto y siguen, persistentes, como un torrente de agua modelando una terca montaña. He notado que van a estar ahí hasta que consiga aceptarme y librarme de los prejuicios que me he impuesto contra mí misma, porque surgieron cuando intenté ser feliz y fracasé.  Piden una reacción, pues bien, no la van a tener, me acostumbraré a su molesta insistencia.

Sr. Licenciado.

Doctor, le vengo a ver porque creo que tengo un problema. Sabe usted, estoy escribiendo a las 3 a.m, y no sé si tengo sueño o si quiero comerme 3, o mejor 6 tarrinas de helado. Pero no es por eso por lo que he venido. Acudo en su ayuda para que me diga qué cojones pasa por mi mente. Aunque claro, debería haber deducido que no es usted ningún tipo de chamán ni adivino. ¿Tiene un título? Lo necesita para diagnosticarnos, para qué preguntaré. Que no, que no he bebido, es pura tontería la mía. A lo que iba, que me pierdo entre sus dilataciones, ¿es normal que un profesional sea tan descarado? Me he fijado que me ha pedido que me quite la camiseta según me he sentado en la camilla, y ni siquiera llevamos 5 minutos de nuestra primera cita. Bien pensado, me cae bien usted, ir directo a la parte interesante siempre es lo más práctico. Volveré al psiquiatra de plástico, aquél de mi cama. Gracias por la ayuda.

Estimulantes.

He de deciros que, para vuestra desgracia, ni os necesité ni os necesito.
Yo no soy de ésas que dependen de vuestros efectos, no requiero ver de forma difusa para sentir que el confort me embarga.
Es más, os confieso sin ningún tipo de pudor que me disgustáis. Porque hacéis las cosas más fáciles, sí, pero también complicáis lo que ya es correcto.
¿Qué maldad se puede comparar a la vuestra? ¡RETORCIDAS SUSTANCIAS! Desinhibís a los débiles de voluntad y les lleváis a su propia perdición.
Son los escasos de fuerza los que sucumben a vuestros encantos.

Baila conmigo.

Le he pedido a la Luna uno de sus rayos, me gustaría que guiase mis pasos. Bueno, ya te conté que no me lo dejó, está aliada con las estrellas. Sí, no insistas, me juzgan demasiado sincera como para brillar en este mundo hipócrita, así que prefieren no apostar, ya sabes, eso de perder nunca se le ha dado bien a los dioses.
Pero me conformo contigo, con tu recuerdo, porque es lo más eterno que podría llegar a alcanzar jamás. Te has hecho inmortal en mis murmuraciones, mi  almohada sabe que no es mentira lo que estoy escribiendo y mis manos golpean furiosas, conocen el hecho de que mi mente quedó perturbada y que ellas no pueden sentirte desde hace tiempo, ni ayudar, pero padecen la distancia.
Porque te siento lejos, en todos los aspectos, y te rechazo a la par que te quiero. Es mirar en mi interior y veo remolinos ¿sabías eso? Remolinos de SMS que borré hace ya mucho, pero que nada, no se van, porque son tuyos y eso conlleva que sigan ahí, adornando mi cadena perpetua.
Y, para añadir metáforas, eres como una ola. Metido dentro de todo un mar de gente, siempre vuelves sin descanso, trayendo espuma (recuerdos) desnuda, en apariencia inofensiva, blanca por el tiempo pero que siempre puede llegar a portar el dolor (un mensaje embotellado, para más claridad) a la orilla.

Sabes que te mueres porque compartamos un tango de suspiros

Puedes practicarme la suovetaurilia.

Eeeeh, tú, ¿sabes qué? Hoy me siento un animal de granja. Básicamente, rodeada de estiércol y sin entender nada de lo que pasa a mi alrededor, sin alcanzar a comprender qué coño dicen ésos de ahí, o aquéllos de más allá.
Pero pienso, y ahora sé que estás pensando ¿y a mí qué? y te digo que te estaba avisando, de que ahora mis instintos están a flote.
Y, como soy un animal, puedo hacer lo que me plazca. Contar hasta 3 al revés (todo un riesgo si estás mordisqueando una piruleta a la vez) o incluso salir con bufanda a la calle en plena explosión de calor primaveral.
Pero siempre con la correa que pende de SU mano, porque no lo hago si no está de acuerdo mi AMO.

Vuelvo a tener miedo.

Vuelvo a tener miedo, de verte



y quererte como lo he hecho


y rendirme y volver


a caer en el infierno.


Vuelvo a tener miedo, de verte


hasta en sueños


y pesadillas que no tienen


ningún tipo de remedio.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y herirme, y no poder seguir


siendo yo, ni vivir sin


preocuparme por ti.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y atarme y coserme a tu piel


de depender de tus deseos


de si me hablas y yo que sé.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y engancharme, y que tus palabras


sean mi Biblia y seguirlas sin


pensar en las consecuencias.


Vuelvo a tener miedo, de verte


si cierro los ojos, si estoy


sola, si pienso, si hablo, si vivo,


si muero.


Vuelvo a tener miedo, de verte


y quererte como lo he hecho,


y rendirme y volver


a caer en el infierno.

No creo en la bondad divina.

+ ¿Nombre?
- Martín Méndez, Tamara
+ ¿Prefiere los formalismos?
- Siempre en entrevistas, impresiona ser seria
+ ¿Creencias?
- Atea a las 12:00. Pero tengo un por qué.
+ Confiese entonces
- Si puede seguirme, encantada. Dios es sinónimo de paz y amor, padre benevolente de todas las criaturas, justo en todas las expresiones, eterno en toda su sabiduría. Dígame, ¿conoce ejemplos de personas, ya sea de su entorno o vistos en medios de comunicación, que cumplan dichos requisitos?
+ ¿Tiene todo ésto un fin?
- Fin tiene todo, pero estamos en el principio, no se impaciente y conteste
+ Nadie puede tener dichas cualidades reunidas, por algo son divinas
- Eso pensaba yo. Ahora imagine el caso contrario. ¿No se le ocurre alguien tan miserable, inculto, ignorante, despreciable, imparable en el peor de los sentidos, cruel e insensible?
+ ¿Se refiere a pecadores tales como asesinos, violadores y mafiosos de la peor calaña?
- Por poner ejemplos. Y, querido amigo, hemos llegado al ecuador de lo que yo quería
+ ¿Podría explicarse?
- Si Dios existiese, el Dios que todos proclamamos y que tantos alaban, la oscuridad no habría vencido a la luz de manera tan atronadora. Porque no tengo conciencia de si se ha fijado, pero yo sí he visto que nadie acumula la perfección, pero que los despojos son demasiados como para cubrirlos con tan poco brillo.

Colchón de horas muertas.

Anhelo expresar todo lo sentido, regalar los oídos con sentimientos prohibidos. Pero las palabras son débiles armas que no alcanzan el poder de lo abstracto del querer. Llanas y no agudas, sin sentido y planas las esdrújulas. Pugnan por salir al aire libre, escalar hasta la más alta cumbre. Pero quedan atrapadas en un muro de impurezas, espinas ignorantes de que al clavarse rompen la perfección (nuestras almas). Que las hieren, las desgarran, las hacen ser meras palabras. Y, cuando logran ser escuchadas, han perdido el eco que las diferenciaba. Por eso son simples, huecas, nadie percibe lo profundo en ellas.

Camino.

Estoy en una encrucijada. Pies descalzos de alegría y cubierta de sangre, mero reflejo del dolor interior, anduve un camino de piedras en llamas. Y continúo. ¿En qué dirección se haya lo mejor? ¿Merezco acaso alguna salvación? No sé, vamos a ver. A la derecha, un camino de flores, que me guían y me animan a tocar el cielo de colores, tonos cálidos que me acogen en plena brisa primaveral mientras los ángeles cantan y brillan con su melodía celestial. Me giro con desprecio, desde luego tanto lujo no puede ser bueno. Y doy un paso a la izquierda, un pantano de un negro inhumano con su manto de espanto es augurio de lo mundano. Sonrío, he hallado mi camino.
Prefería y prefiero 666 veces una cadena perpetua de sufrimiento a un hilo sin descanso de satisfacciones vacías. Porque en el paraíso faltaba todo. En el paraíso no estaba lo que necesitaba. Pedía solo compañía, y ¿para qué tener todo si no puedo compartirlo? Mejor lustrarme en mi soledad y componer más escritos.

Mi amor no es puro.

No hallo en mi estómago las mariposas que busco, mas encuentro aguijones clavados por todos lados. Explícame el secreto de tu veneno, que hace siervo e indigno hasta al ser más puro y bello. Raaazonar siempre se me ha dado bien pero, trastocadas todas mis capacidades, no sé qiuñe siento ni puedo confirmar.
Te digo que eres un libro abierto, y a cada capítulo que leo quiero más, pues he de confesarme lectora compulsiva de tu rostro.

Creo en el infierno.

Puñalada trapera hacia mi alma en pena
que atontada despierta y se desvela.
Una cara de pánico ante el daño revela
y no se cree que sus ojos vean dicha escena.
Porque vivimos rodeados de monstruos entre las sombras
Hecho que carece de paz, perturbador
hasta querer parar y poder burlar
su risa cruel, sus manos y poder escapar
de un animal feroz que nada tiene de amor.
que nos acechan y perturban de forma que no podemos
Un brillo siniestro en sus ojos, la embiste
y osado, con gran atrevimienyo y sin
arrepentimiento empieza con los tocamientos.
Solo podía escaparse si tenía un despiste.
escapar de los tormentos que ellos crean y nos envuelven
Desfallece ella, siente caerse
escucha el mal acercarse y no, no,
no puede ni apartarse,
lo ha intentado pero no logra zafarse.
hasta que caemos en el más oscuro de los sufrimientos
Una realidad penosa hasta matar,
una crueldad sin límite ni igual
un valor femenino que nadie puede negar
una mujer admirable como la que más.
y nosotros mismos nos convencemos de que nos lo merecemos.

El futuro es azul.

Mírame a los ojos y miénteme lo peor que puedas. Sí, hazlo de forma desastrosa. Dame asco. Consigue repugnarme tanto que no haya palabras para describirlo, que me invada la pena pero alejando de mí la conmiseración. Y todo mi cuerpo estará repleto de felicidad. Las lágrimas me caerán, en efecto, debido a que sabré que ya no te amo. Conoceré lo que es la libertad.

Traiciones inesperadas y demás putadas.

Sentirse traicionada
por meras palabras,
sonrisas falsas
amistad abandonada.


Lo peor es el darse cuenta
de que has hecho el payaso
quedar como un mero borracho
tan abandonado a sus fantasías
como yo de las que no salía.


En este mi mundo
en el que yo verso y rimo
componiendo estrofas con mimo
nada más controlo.


No tengo autoridad
sobre mentiras y falacias
engaños bien labrados
que sombrean la realidad.


¿Y qué nos queda?
Pura hipocresía es lo que tiene,
ese es el pan que la sostiene
pero ya no suma nada.


Pero yo sigo multiplicando
dame una palabra,
un gesto y una mirada
que continúo creando.


Haciendo versos
infinitos que me desvelan
que tras todo ésto así quedan,
abandonados y desolados.


Y saber sabía que eras como las demás
un par de fotos bonitas,
nada fuera de lo usual.


Lo que mi capacidad no alcanza
es el hecho de comprender
no soy corta pero atrás me quedé
pues no me sale el ver
que su piel es blanca y...
y dura como la hiel, ya lo sé.


Parece que ésto no puede seguir
que una traición
ha dañado el corazón,
pero éste es mi sitio y aquí me quedo yo.


Mi persona no cambiará,
estoy cómoda y nada más
por mucho replantear
mi personalidad no mutará.


Y menos:
Por caprichos de una niña
inmadura, infantil, exagerada
hasta ser absurda
he de reconocer
que para mí mejor yo no puedo ser.


Reo de su propia palabrería
condenada por gilipolleces
y sí, más grandes que mis heces
pareces, eres pura tontería.


No lleva burlka
pero como si lo tuviera
no se tapa la cara
pero sus pensamientos encierra.


Máscara te pones
y no sólo de pestañas
caretas bien cuidadas
y a primera vista engañas


Dado que Perfección no existe
ahí te quedas
con tus nuevas compañías
y aquí la cuestión se quedó en chiste.


¿Gracias? Las que tú me haces.
El hecho de haberte querido
extrañarte algún día
mi único error ha sido.


¿Que si me hago la víctima?
Los cojones querida ex-amiga
aquí la ruin eres tú digas lo que digas
porque yo, soy yo misma.


Poesía desarreglada
sin tachones ni correcciones
¿para qué voy a engañar,
si puedo versar con la cruda realidad?


Dicen que los grandes poetas
son los que sienten sus letras
pues yo mucho debo de sentir
para escribir así.


Y lo principal, ser fiel a uno mismo
hasta que a la muerte le coman los bichos

Yo.

Los ojos me pesan. Se cierran. Sabios, se han cansado de ver estúpidas mariposas revoloteando. Belleza pusilánime la de la rutina, ordinaria como ninguna. Me traigo de nuevo al mismo oasis de calma, pero respiro agitada. Inquieta por no poder vivir emociones, por limitarme a experimentar perniciosos dejavús que me transladan a las dolorosas esquirlas del pasado. Y, a su vez, ansío volver atrás. Porque antes todo era nuevo, descubría la felicidad y engarzaba con ella mi dolor. En este instante, sin embargo, la propia dicha se ha vuelto en mi contra, pues no quiero alegrías sin mi única meta, que por ahora parece inalcanzable. Vanaglorio quizá este despropósito que me hunde en la autoconmiseración repentina, en esta noche de frustraciones sin sentido, ni aparente ni encubierto. Pero ¡ay de los que no puedan sentirse así ocasionalmente! Son ellos los que no padecen, pero también los mismos los que no viven.

Pálido brillo el de mi mente.

En medio de todos los ruidos, del bullicio y las conversaciones, yo no podía escuchar nada. Era como una isla, sola y alejada de los demás, aislada gracias a mi pequeño mar personal de lágrimas. Mi cuerpo estaba bien, pero lo peor era mi interior, lleno de dolor y decepción, con telas de araña fuertes que irradiaban amargura. No podía evitar llorar por lo perdido, no dejaba de sollozar por lo recién descubierto que tanto me había alegrado y tan rápido me había abandonado. Las horas se deslizaban sobre mí dando paso a una noche que cubría todo con su velo, haciéndolo más absurdo e irreal, provocando que me diera cuenta de que las estrellas estaban en realidad demasiado lejos como para que un simple mortal, alguien como yo, pudiera rozarlas siquira con las puntas de sus dedos. Y que, en medio de la galaxia, estaban tan centradas en deslumbrarnos con su luz que no daban cuenta de que nos habíamos quedado ciegos. Ignorantes de nuestras propias limitaciones terrenales. Todo se quedó grabado en mi memoria con un fuego que ni el más puro manantial lograría apagar, aunque el tiempo fuera menguando el sufrimiento.