Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

Sr. Licenciado.

Doctor, le vengo a ver porque creo que tengo un problema. Sabe usted, estoy escribiendo a las 3 a.m, y no sé si tengo sueño o si quiero comerme 3, o mejor 6 tarrinas de helado. Pero no es por eso por lo que he venido. Acudo en su ayuda para que me diga qué cojones pasa por mi mente. Aunque claro, debería haber deducido que no es usted ningún tipo de chamán ni adivino. ¿Tiene un título? Lo necesita para diagnosticarnos, para qué preguntaré. Que no, que no he bebido, es pura tontería la mía. A lo que iba, que me pierdo entre sus dilataciones, ¿es normal que un profesional sea tan descarado? Me he fijado que me ha pedido que me quite la camiseta según me he sentado en la camilla, y ni siquiera llevamos 5 minutos de nuestra primera cita. Bien pensado, me cae bien usted, ir directo a la parte interesante siempre es lo más práctico. Volveré al psiquiatra de plástico, aquél de mi cama. Gracias por la ayuda.

4 comentarios: