Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

Colchón de horas muertas.

Anhelo expresar todo lo sentido, regalar los oídos con sentimientos prohibidos. Pero las palabras son débiles armas que no alcanzan el poder de lo abstracto del querer. Llanas y no agudas, sin sentido y planas las esdrújulas. Pugnan por salir al aire libre, escalar hasta la más alta cumbre. Pero quedan atrapadas en un muro de impurezas, espinas ignorantes de que al clavarse rompen la perfección (nuestras almas). Que las hieren, las desgarran, las hacen ser meras palabras. Y, cuando logran ser escuchadas, han perdido el eco que las diferenciaba. Por eso son simples, huecas, nadie percibe lo profundo en ellas.

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