Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

Muffin de chocolate.

Pienso que te pienso
en los recuerdos del momento
en el exilio de tus besos
en tus gestos y movimientos.

Pienso que te pienso
en tus muestras de afecto
en tus modos grotescos
en costumbres que no entiendo.

Pienso que te pienso
en tu semblante serio
en el esfuerzo que pones
en el constante empeño.

Pienso que te pienso
en tus andares desenfadados
en tus aires castigados
en tus días desperdiciados.

Pienso que te pienso
en el roce de tu cuerpo
en todos los complejos
en que es obvio que estás ciego.

Pienso que te pienso
en tu afán de ser el primero
en las ganas de tenerlo
en el rechazo que parece que ostento.

Pienso que te pienso
en tus desesperantes desenfrenos
en tus cambios plenos
en tus vicios modestos.

 Pienso que te pienso
en que te echo de menos
en que te quiero y lo noto
en que pareces estar roto.

Pienso que te pienso
en que pareces contento
en que te rodeas de gente
en que no te llenan por dentro.

Pienso que te pienso
en que te deseo
en que es verte y no puedo
en que me muero.

Pienso que te pienso
en que arruiné lo nuestro
en que lo he jodido todo
en que puse demasiados impedimentos.

Pienso que te pienso
en que no quiero un final
en que quiero seguir
en que sé que no puedo ya.

Pienso que te pienso
en que tú ya me has olvidado
en que eso me destroza
en que he muerto mientras tú gozas.

Pienso que te pienso
en que ansío un sólo abrazo
en que quiero que me envuelvas
en que me acojas entre tus brazos.

Pienso que te pienso
en que formo parte de tu pasado
en esos días tan aislados
en que ahora te provoco asco.

Pienso que te pienso
en todo aquel tiempo
en que parecíamos uno
en que era todo casi perfecto.

Media hora de mi tiempo inservible.

Se me retuerce. ¿El alma? Nah, pamplinas. De eso no tengo, no creo en ella, ni en nada. Pero se  me retuerce. ¿La conciencia? Ni eso, no la siento, no aparece. Mas se sigue retorciendo. ¿La culpa? Si no he hecho nada malo, todavía, no puede ser ella. 
Si lo pienso, mejor es no ponerle nombre. Llamémoslo sino de un forma absurda, restémosle importancia. Se me retuerce el escáner. Eso mismo, escáner.
Porque hoy una luz se ha encendido, un cartel de neón que rezaba ''Él te llenaba más que éste''. Y he cogido mi escáner y me lo he llevado a reflexionar conmigo, tirados sobre el cálido césped. 
Vamos, en clonclusión, que hemos decidido vivir el momento. Y si no estamos satisfechos, pues seguimos viviendo. Lo importante hoy por hoy n oes mi persona, ni mi integridad. Ni siquiera que sea feliz. Creo que lo fundamental y necesario ahora mismo es que pase el tiempo, de forma monótona e insustancial, y que cuando mire hacia el pasado sólo vea días vacíos que no me haga falta llenar. Un buen libro también tiene que tener un par de páginas en blanco, y las mías he decidido que estén en este momento. Puede ser el previo al prólogo... o el final.