Bienvenido estás, pues aquí:

Soñarás sin saber, suaves susurros sobre tu piel.

El ciclo.

Se caen las pestañas
que sostienen el amparo
de este ser desgarrado
no mencionado por el
viento, que agita sus
cabellos y enmudece
al más fiero.
Brisa viene y brisa va
caminando hasta este
altar de compromiso
que me repele cuando
llega la hora de dar
el sí, a los formalismos
a las ataduras, a dar
la cara a ser menos dura,
a vivir.
Huracán bravo  ha
invadido mi espacio y
mi sentido de la soledad
para empujarme a sus garras
repletas de ansiedad.
Y no tiene piedad
a la hora de remover
mis hojas de nostalgia
y mis ramas de papel.
Arremolinada en un
rincón de la estación
llamada Desesperación y,
las lamentaciones hacen cola
para coger su entrada
sin demora y acompañarme
en el viaje del olvido
falto de coraje.
Con una manta a los hombros
pues no hay abrazo que
la sustituya, ya que no me
siento de nadie y no,
me he equivocado,
soy solo de él, solo suya.
Deseo que este escalofrío,
que pausado y cálido
se deja deslizar en
mi espalda no me
recuerde a tus labios
de canela y rosa blanca.
Mas no consigo otra
hazaña que quedarme
en las musarañas, de mi
vano intento de borrar tu
huella de impasividad.

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